Pon una pelusa en tu vida

Cuando era pequeño, y me refiero a cuando no me levantaba medio metro del suelo, tenía un superpoder. Los superpoderes son tan variados como las personas. Algunas se suben por las paredes, otras llevan la lluvia allí donde van (como te pille verás) y hay quien cada vez que abre la boca sube el pan. Si Thor tenía un martillo, yo tenía… una Mantita.

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Algo así, pero sin chuparme el dedo

Una Mantita de la cual podía extraer infinitas pelusas de todos los colores que cobraban vida en mis manos. Con ellas era capaz de entrar en un estado narcoléptico, teletransportarme a otro universo sensorial con su mero roce. Con ellas atormentaba y estremecía a adultos, perros y electrodomésticos por igual. Un escalofrío ultradimensional les recorría la espalda cuando esgrimía mis pelusas por sus morros.

Grandes eran mi poder y mi fama. Hasta que un día la Mantita desapareció sin dejar rastro. Se fue con la misma insondable modestia con la que había llegado. Ya en sus últimos días, la pobre era un simple chasis de hilos y hebras unidas por una voluntad cósmica tejida de lana fina. Quizá se disolvió en el éter, quizá volvió al planeta donde fue concebida. Por supuesto, me niego a creer que mis padres tuvieran algo que ver con su desaparición, como aseguran las malas lenguas.

El caso es que me quedé sin Mantita y por ende, sin mi legión de pelusas de colores bien entrenadas. A partir de entonces, sólo venían a mí ese otro tipo de pelusas que te hacen arrugar la nariz y el ceño, las que conviven con el monstruo que habita debajo de la cama o las que dan nombre jugadores de fútbol cocainómanos. Definitivamente, no he vuelto a tener una buena relación con las pelusas desde entonces.

Hasta ayer.

Que hablé con un amigo creativo e ilustrador, que está trabajando en el desarrollo de mi web, y me dijo que algunas pelusas molan. A ver, mi amigo luce una tupida barba y responde al nombre artístico de Wear Beard. Él sabe de esto. Y mientras hablaba, pude notar en mi espalda el escalofrío ultradimensional. Mierda, ahora yo era el adulto al que le iban a pasar una pelusa por los morros.

Y así fue. Pero una pelusa con nombre propio: Chusa. Y aunque de momento sólo esté en formato digital, Chusa viene con ganas de contar su historia en páginas de papel. Porque es la protagonista de un cuento creado por Raúl Orejas y WeardBeard, impregnado de una psicología aventurera y una reformulación creativa del coaching.

Chusa

Quién lo iba a decir

En palabas de sus autores, Chusa es una pequeña pelusa que vive con su mamá bajo la cama de la Niñacasimayor. Su mayor deseo es convertirse en una pelusa exploradora, pero para alcanzar su sueño Chusa debe abandonar su casita de la que nunca ha salido. Así que un día decide armarse de valor y echar su cuerpecillo a rodar.

En su viaje, Chusa se encontrará con multitud de personajes: desde el malvado Gusano Mariano, al perro Tofu o Lis Stick y sus amigos. Una trepidante aventura durante la cual Chusa rueda sin parar mientras su cuerpo se va haciendo cada vez más grande y voluminoso.

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La vida de una pelusa viajera es dura

Y para que podamos disfrutar de sus andanzas, o rodamientos, han montado un proyecto de crowdfunding del que están muy muy cerquita de lograr que la versión impresa vea la luz. Por si tienes dudas de si esto es para ti, vuelvo a parafrasear a los autores:

Para los más pequeños: porque les enseña que una bella historia puede surgir de cualquier objeto, incluso de aquellos que se esconden en los rincones más oscuros y polvorientos de la casa. Y para crear esas historias solo hace falta que echen a rodar su imaginación.

Para los mayores: porque La Pelusa Chusa cuenta una historia sobre lo importante que es perder el miedo a salir de tu zona de confort. El cuento narra cómo Chusa decide abandonar su pequeño mundo conocido para enfrentarse a algo totalmente nuevo y lleno de riesgos. Y cuanto más rueda, más grande y fuerte se hace su cuerpo con cada nueva experiencia vivida. Un bonito y útil mensaje para compartir con los que vienen por detrás nuestro.

Ni qué decir tiene que yo ya he reservado mi ejemplar. Y no sólo por la Mantita y sus pelusas. Me encanta el proyecto, los cuentos y todo el Curro que hay en él. Un ejemplo de que si quieres sacar algo adelante, con esfuerzo y creatividad puedes hacerlo, pidiendo apoyo a la vez que ofreces algo interesante de calidad.

Puedes reservar tu ejemplar apoyándoles aquí y compartiendo este post por si conoces a alguien interesado. ¡Muchas gracias!

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Llévate a Chusa contigo en edición de papel

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