Vacacciones

Ooooh sí, ya están aquí. Se pueden sentir incluso por encima de cielos encapotados y ríos desbordados. Es una sensación a prueba de nubes grises y el FMI. Porque, cuando llegue el momento, esperamos que el sol esté ahí y que nuestro jefe se quede tranquilito y bien lejos de nuestro espacio tiempo. Y, definitivamente, ya queda menos.

Vacaciones. Para unos serán hacer algo realmente interesante, historias que contar por las buenas o por las malas. A otros les bastará con dejar de hacer lo que sea que les quite el sueño por las noches. Hay vacaciones de escape, vacaciones de compromiso, vacaciones que son un premio y vacaciones que son un auténtico castigo. Incluso hay quien ya se planifica las vacaciones de las vacaciones. Too much.

Mirando un poco hacia atrás, dos años, al menos para mí las vacaciones fueron algo más que un descanso.

En 2011 tuve la «suerte» de disponer de un mes y medio de vacaciones, dado que el año anterior sólo me había cogido medio mes. Así que aproveché para pillarme un mes entero, por primera vez en 10 años de vida laboral como creativo publicitario. Hice de todo y me lo pasé de lujo. Desconecté de verdad y me alejé lo suficiente de mi rutina para plantearme seriamente algunas cosas:

¿Cómo era posible que amigos que no estaban de vacaciones estuvieran menos estresados que yo estando de vacaciones? ¿Por qué la idea de volver a un trabajo que se supone divertido me aburría terriblemente? ¿Cómo era posible que me hubiera olvidado tanto de un ocio más sano y más real que la búsqueda de reconocimiento y el postureo típico de los saraos publicitarios? ¿A dónde me conducía un trabajo que se adueñaba de mi tiempo, mis fines de semana y una media de tres horas extra al día?

Y había más, claro. Por fortuna, también hubo respuestas y decidí atreverme a dar un giro a mi carrera profesional, un giro que incluyera más espacio a mi vida personal. Cuando no quieres ser como tus jefes, algo hay. Decidí que mi trabajo era incompatible con la vida que quería vivir. Y en el fondo era yo el que aceptaba las reglas.

Así que llegué de las vacaciones con ganas de jugar a otro juego. Aún con un propósito todavía un tanto difuso, decidí reconectarme con mi carrera de Psicología a través de un master en Coaching, Inteligencia Emocional y PNL. Al fin y al cabo lo había estado aplicando y esas vacaciones me dieron la energía y el convencimiento suficiente para apostar.

Y es que las vacaciones son un excelente momento para conectar con lo que realmente te gusta y quieres de la vida. En la mayoría de los casos, serán sensaciones extrapolables a otros campos y momentos de tu vida. En mi caso, libertad, amistad, diversión, familia, hacer las paces con uno mismo, espacio para la pareja… en definitiva, opciones. Y ganas de ponerme a ello.

Yo tuve la suerte de disponer de un mes para que todo esto se tradujera en algo. Me hubiera resultado difícil en menos tiempo. Como que tardas una semana en desconectar y antes de que te des cuenta ya estás pensando en la vuelta. Y qué rabia el tiempo perdido y empezar las vacaciones con la cabeza en otra parte, ¿eh?

En otros posts, a estas alturas, me estaría despidiendo con alguna pregunta lanzada al aire. Esta vez me gustaría dar una opción para maximizar tu tiempo, para divertirte a la vez que disfrutas de tu espacio para replantearte la nueva temporada sin comeduras de cabeza. Más allá del autobombo, se trata de un taller de Inteligencia Emocional para clarificar objetivos vitales y vivir el presente, que tendrá lugar del 28 al 30 de Junio. En colaboración con Mente Colectiva y cuyo programa puedes ver aquí. Y la conjunción de psicología con creatividad publicitaria han dado lugar a una modesta campañita:

despertar espacio despertar compañía despertar tiempo despertar sol

Un taller para disfrutar las sensaciones de las vacaciones todo el año en vez de un mes diseminado en semanas. No tienen por qué ser cambios de 180º. Tampoco mareos de los 360º. Basta empezar por algo que sea significativo para ti. Huir de las preguntas también te alejará de las respuestas que necesitas.

Independientemente del taller, las vacaciones se disfrutan mucho más si sabes que después te espera un objetivo movilizador que tengas en mente. ¿Lo tienes?

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Aquarius, bebida oficial de los políticos

Ahora que parece que el Congreso va a dejar de subvencionar el alcohol de alta graduación, parece que los señores diputados ya tienen una bebida a la que aferrarse. Ahora que se acabó el gin tonic a precio de garrafón 2×1, ¿entrarán nuestros políticos en la Era Aquarius?

Y es que la marca sigue ahondando en su visión isotónica de la realidad en que vivimos para no perder la fe en el ser humano. Primero nos pregonaron su ideario a lo Rafael style, recientemente enarbolaron el apadrinamiento rural y ahora esto:

Ooooh sí, los políticos. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

Por mi parte, sensaciones agriamargas.

Claro, cuando uno escucha y piensa en políticos se nos vienen a la cabeza caras, a veces nombres y todo, muy distintos a los que se presentan en el spot. Son los que vemos todos los días en televisión, los que dan voz a titulares que nos exasperan y ponen a prueba nuestra inteligencia emocional.

Muchos tenemos la impresión de que los políticos están cada vez más desconectados de la realidad que crean e imponen, erigiéndose en portavoces de un pueblo que habla un lenguaje distinto y quiere otras cosas. Parece que actúan como déspotas nada ilustrados, caricaturas políticas de una oligarquía democrática. Ellos siempre ganan y de una forma u otra siempre tienen la razón y entienden el mensaje que les queremos dar, por mucho que ni nosotros lo sepamos.

Claro que, si calificamos al todo por aquellas partes que más salen en la prensa, podemos colocar etiquetas que no se corresponden con el trabajo diario de políticos, que nosotros desconocemos, pero quizá sean bien conocidos, ya no sólo por sus votantes, sino por el conjunto de vecinos. Y por este lado va el spot.

Mirado con psicología, ambas verdades pueden coexistir, pues en la vida misma conviven realidades que moralmente serían excluyentes. Ambas perspectivas están en la palabra «políticos», aunque con diferentes pesos. ¿Cuál pesa más para ti? Pues seguro que no me equivoco mucho si digo que la mismo que a mí.

Pero, ¿hasta qué punto me apetece que una marca haga un lavado de cara a este colectivo? ¿Por qué no a los taxistas? ¿O los carniceros?

Por un lado, me parece una apuesta oportunista, en todos los sentidos de la palabra, que recoge un buen insight que pasea por las calles. Además, sin duda es valiente. A la hora de mantener una conversación, a todos nos han aconsejado evitar la política y la religión. Convención social que también actúa como máxima en el mundo publicitario… uy cuidado con qué asocias una marca. Así, es innegable que es una apuesta arriesgada en comunicación de marca. Me gusta la valentía, aún de refilón.

Por otro lado, no deja de ser una apuesta banal, fácil, en una situación que no está para muchas bromas. Está muy bien la idea de ese homenaje al político desconocido, pero si no van más allá con acciones reales que suban de escalafón para tocar la fibra de alguna manera a los gerifaltes, para mí será como ir de «social», pero a modo chiste, gotas en el desierto.

Está genial que inciten a la reflexión de no juzgar al todo por la parte. Pero si no buscan también una reflexión que incite al cambio en la otra parte de este proceso de comunicación, los políticos, será una apuesta de postín. Por ejemplo, que hagan una campaña para que esos Pedro, Elena y Ramón, si tan buenos son y tanto hacen, encabecen las listas y renueven un poco el aire viciado político actual, que es como ver distintas series con los mismos protagonistas, cada vez menos creíbles. En este caso, quiero una propuesta valiente de verdad, un Aquarius que sepa a algo.

Sinceramente, creo que hay un cansancio generalizado tanto en el ciudadano como en el comprador… porque a fin de cuentas, somos los mismos.

Y a ti, ¿qué te parece? ¿entras o sales de la Era Aquarius?

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Del hoyo al pensamiento lateral

El post anterior invitaba a tomar conciencia de dónde estamos ahora a través de visualizar una situación que a muchos provoca rechazo y mal cuerpo.  Es bueno ser capaz de anticipar esos momentos porque ya vimos que pueden ser fuente de reencuandres, permitiéndonos afrontar el ahora desde otro punto de vista que nos facilite un cambio de actitud, a través del cual dispongamos de más opciones.

Por fortuna, todo es entrenable y tenemos a nuestro alcance  multitud de estímulos de los que extraer conclusiones. Estamos rodeados de metáforas andantes y virtuales. Y también desde el sentido del humor podemos extraer reflexiones de lo que nos sucede… o lo que les sucede a otros. Por ejemplo este vídeo que tomo prestado del muro de mi amigo Hugo:

Pasen y vean a un buen hombre con su scooter:

Además de una sonrisa en la cara por una secuencia digna del Coyote en su moto Acme, a mí me dio que pensar en cómo muchas veces me he obcecado, emperrado en el camino en apariencia más corto o simplemente porque sí. He caído en la piedra una, dos, tres y las veces que fueran necesarias hasta caer en el hoyo. Sin ver las numerosas señales que me avisaban y sin aceptar la ayuda o el feedback de nadie. Actuando desde la rabia, el orgullo o la venganza. A veces he necesitado hoyos más que piedras para darme cuenta de que así no. !Incluso he necesitado caer varias veces en el hoyo!

Quizá a ti te haya recordado alguna otra situación. Quizá pienses que he tomado alguna clase de psicotrópico. O esté colocando esa etiqueta despreciativa de «autoayuda barata» (habrá post de esto en un futuro). El caso es que esta capacidad tiene mucho que ver con el bienestar mental a través de la creatividad. Y como diría un buen yankee de manual, funciona.

Personalmente, este vídeo me permite reírme un poco de mí mismo de una forma sana y a la vez que en mi cerebro se crean nuevas conexiones neuronales a través de lo que veo, pienso y siento. Si las trabajo, (porque hay que trabajarlas), estaré generando nuevas estrategias para no caer en el hoyo o en la piedra otra vez.

Investigaciones en el campo de la Psicología, por ejemplo las llevadas a cabo por la doctora Shelley Carson de Harvard, denominan a esta capacidad como Absorción: un estado perceptivo del cerebro en el que estamos abiertos a la información generada en nuestro entorno a la vez que estamos conectados con la procedente del nuestro interior. Esto tiene mucho que ver con el famoso pensamiento lateral, al ser capaz de percibir lo que los demás no ven en el mundo que nos rodea. Además, seremos capaces de recoger la información simbólica que necesitamos para dar sentido a nuestra experiencia subjetiva.

Las investigaciones concluyen que desde la Absorción, «el cerebro que se deja cautivar por la novedad de los objetos cotidianos presenta mayores probabilidades de ver el entorno de un modo innovador y creativo».

Y yo añado que es un estado óptimo para generar alternativas, solucionar problemas y alcanzar retos. Es un paso para integrar hemisferio derecho e izquierdo, inteligencia emocional y psicología cognitiva. ¿Te animas a echar otro vistazo al vídeo para ver si te despierta algo nuevo? En cualquier caso, vives en un mundo rico en estímulos para entrenar esta capacidad el tiempo que quieras. Incluso de la película más infumable podrás llevarte algo.

¿No te lo crees? ¡Haz la prueba!

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RIP RIP Hurra!!

Que la vida es frágil no es ningún secreto. Una tarde como otra cualquiera, sales de trabajar tranquilamente y te dispones a vaciarte una señora birra en el bar de al lado con los colegas, hasta que aparecen dos enajenados que acortan tu vida drásticamente a machetazos.

El fin de tus días se convierte en noticia y cientos de miles de personas, entre atónitas e incrédulas, contemplan cómo uno de tus asesinos habla a una cámara que pasaba por allí, con una pasmosa tranquilidad de palabras ensangrentadas.

Sin querer, te conviertes en otro símbolo anónimo más de nosequé guerra. Y tu vida acaba tan repentinamente como empezó. Con más probabilidades aún si estás fuera de esta burbuja afortunada que es Occidente.

La muerte está en nuestras vidas como una cotidianidad no deseada, un secreto a voces que pasa de puntillas con su guadaña. Para todos los que estamos leyendo esto ahora, la muerte es algo que les pasa a los demás. De momento. Nos basta con hacer zapping vital.

Hubo un tiempo en que abracé el Negro, mucho antes de Juego de Tronos. Subido a lomos del death metal, me costaba aceptar el continuo vida-muerte, un poco encontrar el sentido, el para qué de todo esto.

Sí, ya sé que suena muy filosófico y no, no voy a evangelizar acerca de algún Dios en el que no creo. Pero sí creo en el poder movilizador del propósito y el para qué. Y aquí un vídeo curioso, a ver qué te inspira:

A mí, que la vida es una línea con un principio y un final. Ser realmente consciente de que nuestros días están contados, puede ser una excelente fuente de motivación.

Es como cuando ves por la calle a alguien despeinado y tú te peinas. O cuando ves a alguien encorvado a causa de su chepa y tú te pones recto como un palo. La muerte puede tener este papel, nos espeja la realidad que nos espera, aunque nos asuste porque no somos dueños de ella. Sin embargo, sí podemos ser dueños de lo que hacemos cada día.

Un amigo y compañero de trabajo de mi época publicitaria tiene la fuerte creencia de que un día que pasa es un día menos para hacer algo grande. Y gracias a ello ha progresado mucho en su profesión, que es donde él ha enfocando esa grandeza. Ha recogido premios grandes y está en una agencia de las grandes. Se esfuerza por vivir su grandeza todos los días. Y por supuesto, también tiene sus carencias.

Por mucho que a veces nos empeñemos en lo contrario, somos una simbiosis de luces y sombras. Simbiosis entre impulsos vida y muerte, en un continuo. Porque una relación parasitaria de uno u otro lado, nos puede convertir en un insípido Ned Flanders santurrón o, por el contrario, en una máscara correosa y afilada, ideal para pinchar globos ajenos. El lado oscuro es tentador. A todos nos gustan los «malos» que dan juego, pero cuidado con el exceso de ácido. Quema.

Todos conocemos casos de gente que ha dado un giro importante después de un accidente o una enfermedad grave. También puede suceder cuando lo vemos en la piel de alguien muy querido. Es cuando la vida misma te planta en la cara una pregunta: ¿Si te fueras a morir mañana, seguirías haciendo lo que estás haciendo ahora? Vale, y ahora más allá de esas imágenes de viajes, fiestas y orgías… ¿seguirías haciendo lo que has hecho este último año?

Muchos tememos ese momento que se acerca el final, contemplar nuestra vida y decir: ¡madre, qué desperdicio! Que nos queden muchas cosas por tachar de nuestra lista, si es que tenemos lista. Porque no es fácil saber lo que queremos.

Para ello, con un poco de psicología y creatividad, te propongo un ejercicio: escribe tu propio epitafio en 20 palabras. Así, como suena.

epitafio

Más allá de ingenios y bromas, que si te salen, también. Más que tener un epitafio que sea trending topic en twitter, lo mejor es llegar a algo que sea significativo, importante y concreto… para ti. Por mucho que sea plano y ñoño, si es lo que quieres, vale. ¿Cómo quieres que te recuerden? ¿Qué te gustaría poder decir? ¿Hay algo que quieras dejar? Exprésate en 20 palabras, para que cada una cuente, porque la vida misma es el elegir en qué empleas tu tiempo y tus recursos.

Según como lo plantees, la muerte es sólo el principio… para celebrar el resto de tu vida. Y espero que te quede mucho por delante para hacer realidad  tu epitafio.

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ESCRIBE

Quizá sea algo paradójico incitar a escribir desde un reblog, pero es que este post me ha encantado de principio a fin. Además, estos chicos se lo curran bastante y tienen mucho que ofrecer dando rienda suelta a su talento.

Aplicable a toda actividad que salga desde dentro. ¡Escribe, actúa!

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(Des)propósitos de Año Nuevo

¿Qué es esto? ¿Un post que se ha colado, perdido del pasado? ¿Acaso no me he enterado de que ya estamos casi enfilando el verano?

Precisamente. Con toda la intención de pasar revista a todo aquello que nos planteamos a principios de año y que aún guarda un regusto a polvorón. Así que propósitos de año nuevo 2013, pónganse firmes antes nuestros ojos, que esto es una inspección sorpresa.

Vaya, ¿qué vemos aquí? ¿Propósitos cachas, bilingües y con los pulmones limpitos? ¿O más bien propósitos que han hecho demasiados brindis al viento? Si quieres, ordénalos por áreas: trabajo, personal, ocio… por fechas de finalización o por apetencia. ¿Tienes muchos o sólo hay una voz que tose incómoda al fondo de la sala? Y, ¿cómo van?

sisifo

Hay propósitos que nos hacen sentir como Sísifo

Yo hasta hace un par de años era de los que a estas alturas tendría un desfile de desarrapados rebeldes, algunos novatos entremezclados con viejos conocidos y otros barbaluengos con nombre y apellidos: meterme en un equipo de basket otra vez, escribir más, escribir mejor, aprender a tocar la guitarra, meterme en un grupo, progresar en mi trabajo, ganar un premio, ir al gimnasio, dar más espacio a mi vida personal, ver más a mis abuelas, salir más al campo, ser más ordenado, cocinar… en fin, todo un ejército de propósitos de terracota oigan.

Evidentemente, me faltaban vidas para llevarlos a cabo. No sé cómo ves los tuyos ahora ahí dispuestos, qué te dicen. A mí, intentar cumplir con la interminable lista me llevaba a dormir muy poco, agotarme y, a medio plazo, frustrarme por no tener suficientes ticks (porque alguno conseguía).

En Coaching, los propósitos toman el nombre de metas y yo estimo que al menos un 60% del éxito en un proceso depende de una correcta formulación de la misma. Algunas conclusiones extraídas de lo que funcionó y lo que no a la hora de afrontarlas:

1.- Tú eliges el momento adecuado para acometer tus metas. Muchas veces nos dejamos llevar y comenzamos en las fechas que tocan, más que en la que realmente apostaríamos. Me explico. Estadísticamente hay tres puntos álgidos en el año en el que nos planteamos nuevos proyectos: año nuevo, septiembre después de las vacaciones del verano (la famosa vuelta al cole) y nuestro cumpleaños. Tenemos marcados esos días como puntos de inflexión y es bueno que sea así… ¡sin olvidarnos de que disponemos de otros 362 para ello!

2.- Proponte algo tuyo, no de los demás. Si dejas de fumar porque algún amigo lo ha dejado, si pierdes peso solamente porque te lo dice tu pareja, si estudias inglés porque parece que es lo que toca… lo más seguro es que no funcione. Hacer las cosas para los demás queda muy bien, pero si no hay una motivación intrínseca que nos empuje, iremos perdiendo fuelle. Elige algo que tengas ganas, que te mueva solo de pensarlo, que te ilumine la cara cuando lo digas.

3.- Busca la necesidad que hay detrás. Necesidad es una palabra de la que solemos huir y no nos gusta. A veces hay algo en nosotros que clama «Yo no necesito nada!». Otras veces creemos necesitar algo que en el fondo no necesitamos en absoluto. Lo que es irrefutable desde los estudios de la Psicología y la Inteligencia Emocional, es que detrás de todo deseo hay una necesidad que busca ser cubierta. Una buena manera de conectarnos con ella es preguntarnos para qué vamos a hacer algo.

Por ejemplo, un coachee en principio tenía un claro propósito de perder peso. Lo había intentado unas cuantas veces sin éxito. Indagando en el para qué y trabajando algunas cargas emocionales, se dio cuenta que lo que quería con esta meta en apariencia superficial era conseguir una pareja. Y con este para qué en mente decidió trabajar su autoestima, afrontar ciertas creencias limitantes y dotarse de algunas habilidades sociales que le vinieron mejor que intentar ponerse como Brad Pitt.

4.- Ve a por un reto, afronta tu imposible. Es verdad que desde el coaching muchas veces se afirma que todo es posible. Yo no estoy del todo de acuerdo, porque suena a overpromise. La clave es conectar de verdad con uno mismo. Desde nuestro centro nos plantearemos objetivos desafiantes, que nos parezcan imposibles a priori… y que sin duda conseguiremos. Introduce la sorpresa en tu vida, ve a vivirla por ti y para ti. Permítete ser otra parte de ti, descubrir algo nuevo que no esperabas.

5.- Plantea tus metas en positivo. Para nuestra mente no es lo mismo perder peso que estar más delgado. En general, el cerebro sintoniza mejor con el sí que con el no. Muchas veces el no pasa a ser obviado. Es decir, que si te digo que no, ojo, que NO pienses en un elefante rosa volando por cielo moviendo la trompa, seguro que estarás pensando en ese elefante aún ahora mismo. Así, si quiero dejar de fumar, lo que se me vendrá a la mente es «fumar». Lo mejor será reencuadrar el objetivo en un marco que permita una lectura enfocada en la solución más que en el problema.

6.- Sé muy concreto y conciso. Los avances en neurociencia confirman que cuanto más seamos capaces de definir nuestra meta, ponerle números y acotarla en fechas, más energía tendremos para llevarla a buen puerto. Ser feliz es mucho más vago e impreciso que trabajar de coach y ganar 1500€ al mes el 31 de mayo de 2013. Tampoco son buenas aquellas metas que expresadas parecen un relato corto. Hay una fórmula de 7 +/- 2 palabras para aquellas metas que empiezan por «Yo quiero…» Y funciona bastante bien, haz la prueba.

7.- Es importante que la meta dependa de ti. Es bueno que el conseguirlo, el sí final dependa de nosotros. No quiere decir que renuncies a metas de encontrar un trabajo X o encontrar pareja. Sí que te plantees submetas de modo que tengas tus éxitos que te impulsen igualmente si no obtienes el resultado que deseas. Puedes maximizar tus opciones para optar a un puesto de trabajo y estar contento aunque no te cojan en una entrevista. Hay casos en los que hay muchas variables que condicionan nuestro éxito. Si te lo curras, no hay fracaso, sólo feedback. Perseverar en el cambio es una virtud que a la larga te llevará a conseguir lo que te propones. Practica coletillas como «No lo he conseguido… aún»

8.- Ve a por pocas metas, pero muy significativas. Practica la síntesis y busca el hilo conductor replanteando una meta que recoja un para qué común. Mejor condensar tus energías en un río con mucha agua que en muchos afluentes que se secarán antes de llegar al mar. Por desgracia, no tenemos ni tiempo ni energía infinitas, ésta es una buena forma de optimizar tus recursos.

9.- Crea tu simbolismo. Estar más delgado es más que perder 10 kilos o pesar 80 kilos. Puede ser también aceptar la mejor parte de uno mismo, puede ser dar un primer paso saludable para tener un hijo, puede ser estar como quieres estar, estar en paz. Escribir un relato corto es más que juntar letras y palabras en 10 folios puede ser expresarte, crear tu espacio, compartirte, abrirte al mundo, expandir un talento expresivo familiar que ha estado oculto.

10.- Reajusta tus planteamientos iniciales. Muchas veces no somos realmente conscientes del esfuerzo y el tiempo que requiere algo hasta que nos ponemos a ello. En estos primeros contactos, es bueno permitirse un ligero reajuste para situarnos en un reto alcanzable. Ligero, no vale bajar el listón para que puedas pasarlo andando, eh?

11.- Establece puntos de control y seguimiento. Es importante tanto para estos reajustes anteriores como para tener fechas de referencia que nos motiven y nos pongan un poco de presión sana. También resultará muy gratificante y renovador el comprobar que vamos por buen camino.

Confieso que Caminantes es uno de mis tres propósitos de este año y de momento voy en los plazos que marqué en un comienzo. Es cierto que me gustaría publicar más y dedicar más tiempo a esta familia online, pero de momento estoy centrando en el cumplimiento de otra meta que tiene más prioridad. Así que estoy contento y aún más con las perspectivas que se plantean en el futuro.

Y tú, ¿tienes metas y propósitos? ¿Cómo los llevas? ¿Qué te funciona? ¿Qué cambiarías?

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Asturianos por Asturias

Léase el título de este post como extensible a gallegos por Galicia, gaditanos por Cádiz o ese lugar especial que se te viene a la cabeza, con su comunidad o provincia correspondiente.

Este post está dedicado a todos ellos que siguen en esos lugares más pequeños pero igualmente grandes. Quiero decir, que siguen allí más allá de nuestras vacaciones o los fines de semana que tenemos a bien pasar por ellos. Que lo viven y lo mantienen día a día tal cual nos encanta, como parte del ideario al que acudimos cuando estamos saturados de nuestra cotidianidad estresada, el destino de una huida no del todo deseada.

Antes de continuar, me gustaría aclarar que soy uno de esos madrileños sin pueblo ni otra denominación de origen, de esa que cuando vas te dicen que esto es lo mejor del mundo y que no hay otra igual.  Al no tener raíces en este aspecto, soy bastante permeable al valor de lo genuino lejos de las grandes metrópolis (aunque las haya más gargantuescas fuera de España).

En mi caso, mi espíritu se regocija y salta de alegría en tierras norteñas, más hacia el noroeste de nuestra península. Hay tierra que te acoge como si formaras parte de ella. En mi caso Galicia y Asturias se llevan la palma. Hay gente que se cree que soy de allí, de tanto que hablo y que voy.

Quizá por el post bovino anterior, esta semana me he acordado mucho de mi amigo Valen. Valen de Valentín. Valentín hijo de Valentín. Valentín, el gaiteru valiente. No lo digo yo, lo dice él en su propio email. Y está bien que lo diga.

Es muy tentador salir de la caja, ver mundo. Pero, ¿y si lo que uno quiere es quedarse con sus raíces? ¿Y si viajar no es lo que deseo? ¿Y si lo que quiero es sintonizar con la tierra y hacer crecer su tradición? ¿Y eso implica que no vas ver mundo?

Mi amigo Valen, gijonés de toda la vida, lo ha tenido siempre muy claro. Él es músico folk. Toca la gaita, la percusión e incluso un acordeón un tanto ridículo de lo chillón que es. Está en varios grupos y ha sido un digno embajador de su cultura en importantes festivales como Lorient. Incluso ha desfilado atronando por la gran manzana que es Nueva York en San Patricio. Además es profesor de música en varias escuelas y recientemente de un Ayuntamiento. Nada de a dedo, ganador de un concurso más importante que la Ruleta de la Fortuna. Y lo que le queda.

Los Beach Boys del Folk

Los Beach Boys del Folk

No voy a decir que es el más rico, pero desde luego sí es feliz y espero que lo sea aún más según le vayan acompañando los resultados de su trabajo. Valentín ha apostado por vivir su aventura un tanto cerquita. Y personalmente le agradezco todo ello, pues contribuye a que haya un poco menos de desbandada juvenil asturiana. Contribuye a que las cosas cambien manteniendo su espíritu acogedor. Cierto es que habrían de cambiar más cosas por allí, pero eso es otro tema. A veces innovar es reinventar las raíces dentro lo posible. Lo raro es que haya asturianos por Asturias, el éxodo de jóvenes es masivo y eso da que pensar en el futuro de nuestras regiones.

Hoy en día es fácil encender la tele y dejarse llevar por los programas tipo españoles o madrileños por el mundo. Estoy casi seguro que cada canal autonómico tendrá su propia versión del mismo. Con sus correspondientes escenas de vida, nuevas experiencias y diferentes grados de éxito, pero éxito al fin y al cabo. Y entonces apagas la tele, te quedas con el mando en la mano con mirada fija en un punto de la pared de tu casa, que ahora ves tremendamente pequeña y casi hasta con barrotes. La negrura de la pantalla se convierte en un espejo que refleja con exactitud la cara de tonto que se te queda por estar donde estás, por aguantar lo que aguantas.

Dan ganas de meterse en la televisión con lo puesto. Tan potente es el efecto que, tras un programa que hacía foco en Noruega, hubo tal avalancha de españoles yendo a vivir ese sueño que la propia embajada nórdica tuvo que pedir a las autoridades españolas que pusieran freno. Porque la mayoría acabaron en hospicios de caridad, castillos en el aire que se derrumbaron encima de muchos. Y eso duele.

Por eso, no te exilies. Viaja si es lo que quieres. Ve a por un sueño, no huyas a lo loco. Vale, huye, rompe tu parálisis. Pero con un plan que vaya más allá de hoy, mañana o dentro de un año. Evita actuar desde la desesperación. Apuesta por vivir más que sobrevivir, por mucho que a veces toque arremangarse. ¿Cómo quieres estar dentro de cinco años? ¿Y de diez? ¿Y veinte? Empezar a responder a este tipo de preguntas es vital para empezar a encaminarnos a ese horizonte y llegar a nuestro destino.

A veces la respuesta nos queda cerquita. A veces nos lleva al otro lado del mundo. Sin duda Valen tiene esto muy claro y le ha ayudado en su resolución cuanto le ha tocado apretar los dientes. Intento hacer memoria de las veces que le he oído quejarse y no me viene nada a la cabeza. Tiene su horizonte, cree en ello y ha sido muy proactivo para poder vivir de su sueño, con los sacrificios que conlleva.

Y tú, ¿conoces a alguien como Valen? ¿Estás viviendo tu aventura aquí o en el extranjero? ¿Qué sacas en claro de todo ello?

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Quiero ser una vaca

Me encantan las pequeñas historias que dejan poso. Este finde de aprendizaje bidireccional y aún atónito por la brutalidad en Boston, unido al día a día de lo que ocurre en Oriente Medio y otras tantas partes del mundo, me hace reflexionar acerca de la naturaleza del ser humano.

A este respecto, mi amigo Víctor volvió a contar una anécdota curiosa. Un día iba en el coche con su mujer y los niños. En uno de esos instantes de paz en el que los pequeños se durmieron, se tomaron unos minutos de respiro para compartir el silencio y dejarse llevar por el horizonte, con las manos en el volante.

Circulaban por un paisaje campestre: cultivos, pastos de ganado, alguna casita aquí y allá… Y vacas. Después de un momento de contemplación bovina, su mujer hizo un alto en el silencio para expresar una de esas verdades rumiantes a primera vista, «qué aburrido es ser vaca». Víctor retuvo el inmediato sí para encontrarse con un no. Un no que venía a decir que ser una vaca es maravilloso para una vaca. Para una vaca no es aburrido ser una vaca. Una vaca no se pregunta acerca de lo que sería ser una cosa u otra. Sencillamente es una vaca, con todo lo que significa en la plenitud de sus pastos. Vive su naturaleza en profundidad. Y ningún juicio humano puedo cambiar eso.

Y cuando nos la aplicamos esta aparente sencillez es complicada. Porque, ¿cuál es la naturaleza del ser humano? Me encantaría tener una respuesta. Atisbamos lo que es ser una vaca, un perro, un león. un tiburón… Humanizamos sus cualidades y a menudo nos las atribuimos según la ocasión para definirnos. Nos relajamos sabiéndonos con una teórica capacidad cognitiva superior a otros animales de la creación. Sea lo que sea esto.

Muchos filósofos y científicos se han preguntado acerca de nuestra esencia. En psicología, el coaching y la inteligencia emocional, distinguimos lo que es el ser de una persona de sus miedos, enfados y comportamientos, en general, mal gestionados. Que alejan a la persona de su verdadero potencial «ecológicamente» responsable. Hay aquí una presuposición de base en la que se reconoce el carácter positivo del ser humano. Aceptando sus luces y sus sombras, pero además aceptando nuestra responsabilidad para crear la realidad que queremos vivir. En la propia identidad participan tanto lo que somos como lo que queremos ser.

Podemos aceptar esto desde una postura neutra, que nos exime de la acción, o mojándonos de verdad por una de las caras de nuestra moneda. Tenemos el potencial de alcanzar la estrellas, pero nos conformamos con sobrevivir a las leyes que nosotros mismos hemos creado, en principio para protegernos de nosotros mismos.

No me valen argumentos en torno a «el mundo es así». El mundo gira y nosotros nacemos, respiramos, nos alimentamos, dormimos… el resto lo hemos creado y contribuimos a mantenerlo así. Cada uno con su grado de poder y responsabilidad. Pero sin duda somos la especie que más libertad de acción disfruta y es una lástima ver cómo nos limitamos día a día, encorsetados por unas normas que nosotros mismos hemos creado y que cada vez siento más desnaturalizadas. ¿Será necesaria una invasión zombie para que despertemos?

Para mí, nuestro siguiente salto evolutivo irá más allá de lo meramente físico. Creo que será más a nivel cognitivo y cultural. Cuando seamos conscientes de cuál es la naturaleza del ser humano y la aceptemos, pasaremos a ser otra especie. Soñando en voz alta, me gustaría pensar que será un salto evolutivo que nos permitirá pensar, actuar y sentir más allá de odios que mutilan, leyes que esclavizan o industrias que destruyen.

En este aspecto, sí. Me gustaría ser como una vaca, vivir mi naturaleza en profundidad. En ello estamos.

Y tú, ¿cuál crees que es la auténtica naturaleza del ser humano?

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Muchas gracias

Parece mentira la facilidad que tengo para saltarme mi propia planificación de posts. Normalmente tengo un tema previsto, pero cuando me pongo a escribir me sale algo distinto. Y eso me gusta, porque este blog nació así, con la libertad expresiva por bandera.

Llevo una temporada larga enfrascado en nuevos proyectos que muchas veces suponen inaugurar nuevas rutas personales. Muchos nuevos primeros pasos en eso que en coaching se llama salir de la zona de confort.

Parándome un poquito y echando la vista atrás, uno ve que no todos han sido éxitos. Considerando al «fracaso» como un feedback no deseado, puedo decir que esos 3 proyectos más gordos y serios que no salieron, no lo hicieron más por la interacción de las personas que formábamos parte del equipo, que por la crisis.

Lo cual me lleva al asunto del post, que no es otro que dar las gracias. Porque las personas tenemos más peso específico vital del que creemos en general y en mi caso, puedo decir que estar y sentirme bien acompañado ha sido una constante desde que tengo recuerdos.

Es tanto así que, como aquello con lo que contamos en nuestra vida, a menudo lo he dado por hecho. Por fortuna, a una amiga se le ocurrió enviarme un email resaltando el hecho de que había muestras de apoyo por todas partes en redes sociales y me escribió para darme la enhorabuena simplemente por ello.

Un simplemente que es mucho y que realmente me da mucha seguridad, me hace sentirme querido, apoyado para hacer lo que estoy haciendo ahora. Así que quería que supieras que para mí es importante que estés ahí, al otro lado de la pantalla leyendo este mail. Los psicólogos solemos hacer preguntas acerca del qué, el cómo, por qué, el para qué… yo también tengo muy en cuenta el con quién. Dice mucho de nosotros.

Por eso valoro enormemente aquellos que estáis en mi vida y formáis parte de las diversas familias a las que pertenezco, ya sea por lazos de sangre, trabajo o amistad. Esto incluye la confianza que depositáis los coachees y la ilusión e implicación que demostráis los alumnos. Gracias por una relación que va más allá de lo monetario y favorece el engrandecimiento mutuo personal. Gracias por exponeros y querer llegar al fondo mirando para adelante, aunque a veces haya que perder los papeles. Gracias por creer, sobre todo en vosotros mismos.

Y gracias también a esta incipiente familia virtual que estamos creando a través de diversos blogs, entre mis planes a corto plazo está el dedicar más tiempo a esta vía de comunicación.

Tanto esta semana como la anterior me han llegado un montón de emails por el post previo (http://wp.me/p2Zmm3-3I) que hacía referencia al taller del despertar… y para mí está siendo un auténtico placer volver a conectar con personas que han sido y son importantes. Gracias a vuestro calor y apoyo, el taller sale adelante y además nos da la oportunidad de conceder becas gratuitas a gente que lo necesita. Incluso tengo el privilegio de contar con algún amigo en el mismo, realmente me siento muy afortunado.

Tanto en psicología como en inteligencia emocional, nos gusta decir que si quieres llegar rápido, ve sólo. Pero si lo que quieres es llegar lejos, ve bien acompañado. ¡Así que muchas gracias por la parte que te toca! Me siento en la mejor de las compañías y soy muy consciente de lo que supone todo ello.

Para cerrar, me gustaría presentarte un vídeo que ilustra el espíritu de lo que hacemos y que pone caras a una promoción de 24 maestros que ponen su entusiasmo al servicio del cambio educativo. Nosotros les acompañamos con un Practitioner en PNL Educativo ya en marcha, con las 24 becas gratuitas.

Espero que os guste tanto como a nosotros. El cambio tiene muchas caras que lo hacen posible.

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Lunes de Resurrección

Lunes lunero y un grito de Ayyyy en el cielo de media España. Es un Ayyyy lánguido, sin demasiada energía. Perezoso, indolente, hastiado. Inunda las calles y circula a banda ancha en la virtualidad de las redes sociales. Es un Ayyyy que suspira quejicoso.

La queja parece formar parte del mismo ritual de Semana Santa, como las procesiones, la lluvia o Ben Hur. La queja es esa torrija mental, ya un poco rancia, que te comes fuera de temporada. Y en vez de canela, esta vez viene con un cambio de hora. Vamos, que elementos hay de sobra para que cada uno entone sus saetas, Vía Crucis a discreción.

No nos confundamos, este post no es una cruzada contra la queja. Qué va. El coaching de la queja tiene un componente adaptativo. Aplicando un poco de psicología, podemos leerla y ver qué hay detrás, de qué nos está informando. Es la verbalización de un dolor que normalmente va más allá de lo físico. Una situación que no nos gusta, que no es buena para nosotros. Que decimos en alto por si cuela y alguien nos lo soluciona.

La queja puede informar de aburrimiento, miedo, sensación de pérdida, desesperanza… y es bueno expresarla. Lo que ya no es tan bueno son los bucles. A menudo nos quejamos, las compartimos, nos hacemos eco de las de los demás… ¿y luego qué? A menudo, en el mejor de los casos nos conformamos con un cambio de estado, sí, pero de facebook o twitter en forma de comentario mordaz que será reforzado por unos cuantos likes.

Te confesaré una cosa. Durante la semana pasada tenía bastantes ganas de que llegara el lunes. Hoy, justo este momento. Seguir adelante con mis proyectos, volver al tajo. Y sí, ahora también tengo cierta tristeza y morriña por estos cinco días asturianos que me he pegado. ¡A quién no le gusta vivir a cuerpo de rey, estar en buena compañía y hacer cosas interesantes! Pero, ¿es necesario estar de vacaciones para todo ello? ¿Realmente es incompatible cierta rutina con la diversión?

¿No hay nada que puedas hacer para disfrutar más el resto del año? ¿Dejar de vivir para el fin de semana o las vacaciones?

Muchas veces, con la queja recurrente ponemos la responsabilidad de nuestra vida, nuestra felicidad, en manos ajenas: el trabajo, la pareja, los niños, la familia, el jefe, el metro, el coche, el tiempo, la tele, los políticos, dios, el universo, el fútbol, la crisis, Mouriño… La lista podría ser más larga que la entrada de la Guerra de las Galaxias.

Hay quien anda por el mundo como si estuviera condenado, como zombis quejicosos en busca de comer cabezas ajenas. Las quejas pueden ser un virus, tomar forma de grilletes de bola tobilleros que nos dejan sin energía. Como si ya lo hubiéramos intentado todo y hubiéramos fracasado mil veces. Porque «esto es lo que hay». Sin darnos cuenta, nos generamos un sentimiento de víctima que nos impide hacer cosas nuevas. Esperamos de los demás algo que no nos atrevemos a hacer por nosotros mismos, muchas veces porque no sabemos qué hacer. Estamos tan desconectados de nuestro poder personal que parecemos hojas caídas llevadas por el viento.

¿Has sentido alguna vez que tu vida no te pertenece? ¿Que eres una marioneta? ¿Que no tienes opciones?

Yo sí, y por eso estoy aquí. Me cansé hasta el aburrimiento de mis propias quejas que a la vez me hacían sentir cómodo en mi letrina vital. Dejé de quejarme y actué. Bueno, a veces me quejaba mientras actuaba. Las quejas en su justa medida pueden dar energía.

Y llegados a este punto tengo una buena noticia: el cambio es posible si empiezas a mirar hacia ti mismo. No para buscar culpables. Sí para encontrar tus talentos, desde tu centro y lo que realmente eres. Sintonizar con tu para qué. Lo bueno es que nosotros tenemos la llave de los grilletes, la cura para el virus Z, la decisión última de aceptar o no nuestra situación actual.  Asumiendo que la responsabilidad de lo que nos sucede está en nosotros y no en los demás, seremos mucho más capaces de utilizar incluso vientos desfavorables para llegar a buen puerto…

Pero claro, ¿sabemos cuál es ese puerto al que queremos llegar? Porque ni tu jefe, ni Rajoy, ni Merkel, ni el Papa Francisco y ni siquiera Chuck Norris tienen la respuesta. Por mucho que crean o digan lo contrario, el que mejor lo sabe eres tú. Y tú lo sabes,

Por eso, y con un poco de autobombo, hemos creado un taller que toma forma de viaje. Para empezar a ser más conscientes y tener más herramientas para alcanzar tu felicidad, desde la psicología, el coaching y la inteligencia emocional. Sentirte más dueño de tu vida, dejar de ser una marioneta:

Haz clic para acceder a Despertar.pdf

despertar-cabecera

Y tú, ¿te quejas mucho? ¿En silencio o en voz alta? ¿Cómo lo verbalizas? ¿A qué haces referencia? En cualquier caso, utilízalas como combustible y empieza a hacer esas cosas que comienzan con «si es que yo no puedo…». Ya, nadie dijo que el cambio fuera fácil 😉

Pero es posible si inviertes y trabajas en ti mismo, como tan bien lo haces en otras facetas de tu vida.

Levántate con ganas aunque sea lunes. ¡Resucita!

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